El telescopio espacial James Webb identificó la presencia de agua y posibles indicios de vida en Próxima b, el exoplaneta más cercano a nuestro sistema solar, situado a poco más de cuatro años luz, en órbita a la estrella enana roja Próxima Centauri.
El descubrimiento, confirmado por equipos internacionales, posiciona a este objeto celeste como el principal candidato para la búsqueda de señales extraterrestres.
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Desde su hallazgo, los astrónomos consideraban a Próxima b un candidato ideal para la habitabilidad por su ubicación en la llamada “zona habitable”, la región donde las condiciones permitirían la existencia de agua líquida. Sin embargo, hasta ahora, la presencia de H2O y una atmósfera estable era solo una hipótesis.

La clave del avance fue la capacidad del James Webb para analizar la atmósfera de exoplanetas mediante el uso de filtros infrarrojos. Así, lograron distinguir los componentes atmosféricos del planeta y detectar vapor de agua, dióxido de carbono y metano.
¿Hay señales de vida en Próxima b?
El dato más sorprendente es el desequilibrio detectado entre el metano y el dióxido de carbono, una combinación que en la Tierra suele estar asociada a procesos biológicos. Si bien esto no es una prueba definitiva de vida, los expertos aseguran que la señal no puede explicarse fácilmente por procesos geológicos conocidos.
Otro de los grandes interrogantes que se planteaban los científicos, era cómo Próxima b podía conservar su atmósfera pese a la actividad de su estrella, conocida por sus grandes erupciones.
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Luego de los datos recibidos por el James Webb, hubo nuevas simulaciones que revelaron que el planeta tendría un campo magnético activo, similar o incluso más intenso que el terrestre. Esto le permitiría protegerse de los vientos estelares y mantener las condiciones necesarias para la vida.
Por estos descubrimientos y resultados, la comunidad científica ya debate si es la evidencia más sólida hasta ahora de un mundo potencialmente habitable fuera del sistema solar.